El pescado es un alimento saludable y recomendable, pero también es un recurso limitado y amenazado por la sobrepesca y la contaminación.
Ante esta situación, la acuicultura se presenta como una alternativa sostenible y eficiente para producir pescado sin depender de los océanos. Sin embargo, no todo el mundo confía en la calidad y seguridad de los peces criados en granjas. ¿Son realmente mejores o peores que los salvajes? ¿Qué criterios hay que tener en cuenta para elegirlos? ¿Qué beneficios y riesgos tiene su consumo?
La acuicultura es el conjunto de actividades, técnicas y conocimientos que se aplican al cultivo de organismos acuáticos, tanto animales como vegetales. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la acuicultura aporta el 46% de la producción mundial de pescado, y se espera que supere al sector pesquero en los próximos años. La acuicultura tiene ventajas como la reducción de la presión sobre los recursos marinos, la generación de empleo y riqueza, y la diversificación de la oferta alimentaria.
Sin embargo, la acuicultura también tiene inconvenientes y desafíos que debe afrontar. Algunos de ellos son el impacto ambiental de las granjas acuícolas, que pueden generar residuos, contaminar el agua, introducir especies invasoras o transmitir enfermedades a los peces silvestres; el uso de piensos y antibióticos, que pueden afectar a la calidad nutricional y sanitaria de los productos acuícolas; o la competencia con otros sectores económicos por el uso del espacio y el agua.
Ante este panorama, los consumidores se enfrentan a un dilema: ¿comer o no comer pescado de acuicultura? La respuesta no es sencilla, ya que depende de varios factores, como el tipo de especie, el origen, el método de producción, el etiquetado o las preferencias personales. Lo más importante es estar informado y hacer una elección responsable y consciente, teniendo en cuenta tanto los beneficios como los riesgos del consumo de pescado de acuicultura.
Algunas recomendaciones generales para elegir pescado de acuicultura son las siguientes:
- Buscar el sello de calidad ecológica o certificaciones de buenas prácticas ambientales y sociales, que garantizan que el pescado cumple con unos estándares de producción sostenible.
- Preferir las especies autóctonas o adaptadas al medio, que tienen menos impacto ecológico y más valor gastronómico que las exóticas o transgénicas.
- Consumir pescado variado y equilibrado, combinando especies herbívoras (que se alimentan de algas o plantas) con carnívoras (que se alimentan de otros peces), ya que las primeras tienen un menor impacto ambiental y una mayor calidad nutricional que las segundas.
- Consultar las guías de consumo responsable de pescado, que ofrecen información sobre el estado de conservación, la temporada, el origen y el método de producción de las diferentes especies.