Las redes sociales han intensificado la obsesión por el “cuerpo perfecto”, lo que puede llevar a hábitos perjudiciales para la salud física y mental. Este fenómeno ha crecido tanto que quienes retoman su vida habitual tras las vacaciones, pero con más descanso, son vistos como la excepción.
En el ámbito de la nutrición, surgen retos, planes détox, rutinas de ejercicios y la última dieta de moda. Algunas personas pasan su vida saltando de una dieta a otra, impulsadas por el miedo a no saber alimentarse correctamente sin un plan dietético. Esta dinámica las lleva a ciclos de restricción y excesos, acompañados de culpa y remordimiento.
A estas personas se las conoce como dietantes crónicos (DC), y suelen padecer permarexia, un concepto clínico no reconocido oficialmente. Los dietantes crónicos acumulan mitos, normas alimentarias y modas dietéticas, lo que aumenta su confusión sobre qué comer.
Adoptan nuevas dietas con fervor, comprando todo lo necesario, pero en pocos meses se sienten fracasados y agotados. Las causas de este comportamiento incluyen el culto a la delgadez, los cánones de belleza actuales y la presión estética, exacerbada por las redes sociales que sugieren que tu cuerpo siempre puede ser “mejor”.
La proyección de un solo tipo de cuerpo como ideal y la negación de la diversidad corporal han agravado este problema. Aunque hay más representaciones de diferentes tipos de cuerpo, cualquier cuerpo que no se ajuste a los estándares ideales es criticado, a menudo bajo la excusa de evitar la “apología de la obesidad”.