Graviola: ¿Hojas o Fruto? El verdadero poder está en lo Verde

La Annona muricata, conocida como graviola o guanábana, es una planta tropical que ha despertado gran interés en la fitoterapia contemporánea. Aunque su fruto es ampliamente consumido por su sabor dulce y valor nutricional, son las hojas las que concentran el verdadero potencial terapéutico.

Las Hojas: Principios activos en estado puro

Las hojas de graviola contienen compuestos bioactivos como las acetogeninas, reconocidas por sus efectos antiinflamatorios, antiparasitarios, hipoglucemiantes y citotóxicos selectivos. En la medicina natural, se utilizan en cápsulas, extractos e infusiones para:

  • Regular la presión arterial y el azúcar en sangre
  • Desinflamar articulaciones y tejidos
  • Fortalecer el sistema inmunológico
  • Apoyar protocolos naturales frente a células anómalas
  • Calmar el sistema nervioso sin generar dependencia

Desde una mirada fitoterapéutica, las hojas ofrecen una acción más profunda y específica, ideal para dolencias crónicas, metabólicas o inflamatorias.

El Fruto: Nutrición con sabor

El fruto de la graviola, aunque valioso, cumple una función más nutricional que medicinal. Es fuente de vitamina C, complejo B, potasio y fibra. Se lo utiliza como digestivo suave, antiparasitario leve y tónico general. Su uso es popular, pero su impacto terapéutico es limitado en comparación con las hojas.

¿Por qué elegir hojas?

Porque en fitoterapia, lo que importa no es solo lo que alimenta, sino lo que interviene. Las hojas de graviola no solo nutren: actúan. Son el recurso preferido en formulaciones naturales que buscan resultados concretos y sostenidos.

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